sábado, 24 de marzo de 2012

‘Suburgatory’, la sátira y el esperpento hechos serie


En primer lugar, perdón. Retomo esto meses después de la anterior entrada. Entre unas cosas (Universidad) y otras (vida social) no he tenido tiempo (o no lo he sabido buscar bien) para ponerme de nuevo a pasar la noche en el MacLarens. Pero aquí estoy (“here we are again!”); pasen y disfruten.

Vamos a lo que vamos. Ayer ABC anunciaba las renovaciones de sus series para la siguiente temporada. Ahí en el grupo estaban ‘Once Upon a Time’ (¡bien!), ‘Modern Family (¿alguien lo dudaba?), el culebrón de la temporada ‘Revenge’, y otras ya más veteranas como ‘Grey’s Anatomy’, ‘Castle’ o las fantásticas ‘The Middle y ‘Happy Endings’. Y además, la que para mí fue la mayor alegría, junto a OUAT: ‘Suburgatory’, renovada por una segunda temporada.


Cuál fue mi sorpresa cuando comencé a leer los comentarios, y ni una sola persona (ni una sola oigan) mencionaba a ‘Suburgatory’ o se alegraba por su renovación. Así que aquí me veo yo, reivindicando otra vez productos para convencer. Que sí, que molan, de verdad.

La serie nos cuenta la historia de George (mitiquísimo Jeremy Merton; Billy en ‘Six Feet Under’) y Tessa (la desconocida pero genial Jane Levy), padre soltero e hija, y su traslado desde Nueva York a los suburbios, cuando el padre encuentra un paquete de condones en el cuarto de la niña. El título, un “ingenioso” juego de palabras de esos que tanto les gustan a los responsables de estos productos, es mezcla de “Suburban” y “Purgatory” (¡clinc clinc clinc!). Y como no podía ser de otra forma, la serie es un enorme gag y una continua mofa a los barrios residenciales americanos, valiéndose siempre de la sátira y de las situaciones más esperpénticas.



Ahora es cuando todos pensamos: “Vaya premisa más estúpida”. Pues sí, y a eso juega la serie: a ser estúpida como pocas. Desde el primer capítulo nos damos cuenta, cuando las muchachas de Stepford (el barrio residencial a donde se mudan) caminan con el móvil y caen en la piscina, ya que no miran al frente y están todas entretenidas mandando sms a quién se yo.

Junto a Tessa (espectacular Tessa) están su mejor amiga Lissa (qué cara, qué actuación, qué de todo; hilarante) y la que podríamos llamar su antagonista, y el mejor personaje de la serie, Dalya Royce. Dalya se marca cada monólogo que puede tenerte 5 minutos riendo sin parar, y volverte a hacer reír recordándolo otra vez. A pesar de tener los mejores gags de ‘Suburgatory’, la rubia despampanante no aparece en exceso, y eso… eso está genial. Tenía miedo a un efecto ‘Sheldom’, en el que el personaje “guay” termina comiéndose la serie, y haciéndose al final cansino. Pero aquí el humor está tan cojonudamente repartido y espaciado que me levanto y aplaudo a los responsables (plas plas). Y bueno, sumad las tres "K" (quien la haya visto sabrá de lo que hablo) al cóctel Dalya y tenemos magia cómica.





La madre de Dalya, Dallas, es otro de los puntos fuertes del guión (impagable el momento divorcio dando volteretas por la casa), y su “romance” con George uno de los principales arcos argumentales.

Pero uno de los puntos fuertes de ‘Suburgatory’ es la gran pluralidad del reparto. Como prácticamente todas las comedias, tuvo una primera decena de capítulos de asentamiento y de encontrarse a sí misma, y volvió con su segunda mitad de temporada totalmente en forma. Ya había creado un universo propio, la serie lo sabía, y lo explotaba en cuanto podía. Las situaciones cada vez eran más locas y más surrealistas, y a ‘Suburgatory’ ya le daba igual llegar hasta los límites más altos de la estupidez: la mofa hacia los barrios residenciales de EEUU seguía ahí y ahora más presente que nunca.

A destacar todos los secundarios, geniales (quizás Noah, el dentista y “bro” de George es el único que me chirría un poco). Los padres de Lissa  (Sheila Shay y Fred Shay) son dos de los mejores personajes que ha dado la televisión esta temporada, tal cual; el hermano de la anterior sale pocas veces, pero también lo clava cuando aparece. No olvidarnos del director del instituto, esperpénticamente genial (cuando declara su homosexualidad, ¡booyah!)



A pesar de todo esto, la serie es de ABC, y el corte familiar siempre está ahí. Casi todos los capítulos terminan con padre e hija conversando sobre lo mucho que se quieren y sacan alguna moraleja (que sorprendentemente, parecen olvidar al siguiente capítulo). Pero la acidez de Tessa es todo un acierto. Es innegable su parecido con la Emma Stone de “Eassy A” (hasta le ha copiado el pelirrojo), pero eso, lejos de desagradarme, me encanta. Es un personaje con mucha fuerza y perfectamente interpretado, y si no tiene mención en los Emmy me enfadaré (otra vez) muy mucho con estos premios.

Otro de los grandes aciertos de la serie es su tratamiento y grabación. La pluralidad del reparto hace que a su vez exista una gran pluralidad en las historias, y los 20 minutos del capítulo a veces parecen 5 (no, no exagero). Y qué narices, que nos mola mucho ver una comedia sin risas enlatadas y reírnos a gusto. Yo, desde luego, desde Modern Family no disfrutaba así con una comedia.



La renovación era más o menos esperada. Aunque no haya sido un gran exitazo, la serie empezó bien (con más de 9 millones de espectadores) y se ha estabilizado en torno a los 7-8 millones, con buenos datos en demos. ABC ha sabido crear los miércoles un bloque muy bueno de comedias, y que siga así (por favor).

Las críticas también se han portado bastante bien con ella, y quiero, deseo, algún reconocimiento, por pequeño que sea, en los Emmy.



En España podemos disfrutar de ella en Cosmopolitan (¿por qué?) bajo el penoso título de “Fuera de Lugar”. Si te gusta la comedia estúpida, pero cuidada y bien guionizada (mejor actuada) no lo dudes, por favor, y échale un ojo. Los dos mejor.


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