lunes, 19 de noviembre de 2012

Liège, la cité ardente


Aquí estamos. Tú, convencido de la vida de irte a dormir porque mañana madrugas, que hay clase y llevas tres semanas sin ir a esa asignatura; porque te has perdido por la facultad o porque te has quedado durmiendo, el caso es que no tienes ni puta idea de Historia de la Fotografía. Pero, ¿cómo vas a ir a clase con las uñas pintadas de negro y con un mensaje en el brazo pintado con permanente que dice “Hola, soy Ricardo. Si me pierdo llama a este número”? Eso no se puede consentir, no señor.

Así que sí, aquí estamos. Con quitaesmalte y algodón peleándome con el pintauñas de mi disfraz de gótico, que ni fue disfraz ni “intento de”. Ni siquiera fue. Y entre algodón y algodón, y algún que otro chute que me meto esnifando quitaesmalte, he dicho, oh, sabio de mí: “voy a escribir en el MacLarens”. Ouh yeah.



Porque soy un chulo, y si es así se dice. Y punto. Y convierto un blog muerto (putrefacto, con gusanos, a dos metros bajo tierra [WIN]) en un blog muy vivo sobre mi experiencia Erasmus en una de la ciudades más peligrosas de Europa. Qué intensidad poética, qué violencia verbal, qué de todo.

Porque claro, tú vienes a Bélgica decidido a aprender francés y a vivir en una ciudad BIEN, una ciudad centro-europea de esas que molan. Y cuando llegas aquí ves que la ciudad no es tan fea como te decían, pero tampoco tan bonita como tú querías. Y tú, estúpido como solo puede serlo un Erasmus español, no habías buscado nada sobre la ciudad. Es entonces cuando una compañera andaluza te dice: “pues es una de las ciudades más peligrosas de Europa”. Entonces sonríes forzosamente, levantas el dedo pulgar de la mano derecha en señal de aprobación y dices un: “bueno, no será para tanto, jeje”; mientras por dentro piensas: “sálvame Superman”.



Pues eso, que aquí estamos; dos meses en Lieja (Bélgica), y aún parece que fue ayer cuando llegué a esta casa. Ese día en el que el casero se llevó el microondas “para arreglarlo en unos días”. Y digo que parece que fue ayer porque ese microondas anduvo perdido por el mundo encontrando dueño. El dueño soy yo, pero Philippe  es así. Un minuto de silencio por ti, oh querido electrodoméstico.

Parece que fue ayer cuando fui a la universidad a inscribirme como estudiante Erasmus. Qué profesionalidad, qué maestría, qué temple, qué presencia. Abrumado estaba yo con todo eso. Gente óptica, eficaz y eficiente atendiéndome como estudiante. Esto era algo nuevo. Y la magia universitaria se rompe cuando llega Delphine, tu nueva coordinadora, y te jode la vida cambiando los créditos de tus asignaturas y sonriendo mientras dice lo mucho que lo siente.



Parece que fue ayer cuando me robaron el abrigo en Le Carré, ese sitio por donde sale la gente de Liège: mitad fiesta mitad junglasalvajesálvatecomopuedasporqueestanochemueres. Ese sitio lleno de fauna peligrosa y gente de esa que solo ves en las películas o que directamente crees que no pueden formar parte del mismo mundo que tú. Que si ves a un señor sangrar por la cabeza huyendo de sus matones, tú sigues tranquilo hacia el Point de Vue (eso sí, pasando antes por un paqui a comprar una Carapils). No, en serio, en realidad Le Carré mola, pero ni se te ocurra pasar el viernes por allí.

Y entre fiesta y fiesta; entre estudio y estudio (juas), le vas cogiendo cariño a la ciudad. Que es gris, que sí, que ya lo sabemos; que no es una ciudad turística, que también lo sabemos; que la gente es rara, que sí, que ya, que vale. Pero en Liège se respira un “no sé qué” del que no te puedes desprender, algo que huele así como a cerveza + independencia + qué alternativo es todo.



Porque esta, sin quererlo, se convierte en tu ciudad. Y da igual si es fea, negra, gris, peligrosa, pequeña, grande o si es una ciudad fantasma; es tuya y ya está.

Así; con Ryanair, cervezas, bufandas, mantas, música y compañía ejemplar van pasando los días, envueltos y bañados todos en ese “no sé qué” que no puedo parar de sentir. Todo para convertir mi casa, mi ciudad y mi gente en mi experiencia Erasmus. Todo, absolutamente todo, para convertir "esto" en mi año.


1 comentario:

  1. Qué guay! se te ha olvidado que huele a fristes, porque a mí me huele más a frites que a "qué alternativo es todo" ;)

    ResponderEliminar