Aquí estamos. Tú, convencido de la vida de irte a dormir
porque mañana madrugas, que hay clase y llevas tres semanas sin ir a esa
asignatura; porque te has perdido por la facultad o porque te has quedado
durmiendo, el caso es que no tienes ni puta idea de Historia de la Fotografía.
Pero, ¿cómo vas a ir a clase con las uñas pintadas de negro y con un mensaje en
el brazo pintado con permanente que dice “Hola, soy Ricardo. Si me pierdo llama
a este número”? Eso no se puede consentir, no señor.
Así que sí, aquí estamos. Con quitaesmalte y algodón
peleándome con el pintauñas de mi disfraz de gótico, que ni fue disfraz ni
“intento de”. Ni siquiera fue. Y entre algodón y algodón, y algún que otro
chute que me meto esnifando quitaesmalte, he dicho, oh, sabio de mí: “voy a
escribir en el MacLarens”. Ouh yeah.
Porque soy un chulo, y si es así se dice. Y punto. Y
convierto un blog muerto (putrefacto, con gusanos, a dos metros bajo tierra
[WIN]) en un blog muy vivo sobre mi experiencia Erasmus en una de la ciudades
más peligrosas de Europa. Qué intensidad poética, qué violencia verbal, qué de
todo.
Porque claro, tú vienes a Bélgica decidido a aprender
francés y a vivir en una ciudad BIEN, una ciudad centro-europea de esas que
molan. Y cuando llegas aquí ves que la ciudad no es tan fea como te decían,
pero tampoco tan bonita como tú querías. Y tú, estúpido como solo puede serlo
un Erasmus español, no habías buscado nada sobre la ciudad. Es entonces cuando
una compañera andaluza te dice: “pues es una de las ciudades más peligrosas de
Europa”. Entonces sonríes forzosamente, levantas el dedo pulgar de la mano
derecha en señal de aprobación y dices un: “bueno, no será para tanto, jeje”;
mientras por dentro piensas: “sálvame Superman”.
Pues eso, que aquí estamos; dos meses en Lieja (Bélgica), y
aún parece que fue ayer cuando llegué a esta casa. Ese día en el que el casero
se llevó el microondas “para arreglarlo en unos días”. Y digo que parece que
fue ayer porque ese microondas anduvo perdido por el mundo encontrando dueño.
El dueño soy yo, pero Philippe es así.
Un minuto de silencio por ti, oh querido electrodoméstico.
Parece que fue ayer cuando fui a la universidad a
inscribirme como estudiante Erasmus. Qué profesionalidad, qué maestría, qué
temple, qué presencia. Abrumado estaba yo con todo eso. Gente óptica, eficaz y
eficiente atendiéndome como estudiante. Esto era algo nuevo. Y la magia
universitaria se rompe cuando llega Delphine, tu nueva coordinadora, y te jode
la vida cambiando los créditos de tus asignaturas y sonriendo mientras dice
lo mucho que lo siente.
Parece que fue ayer cuando me robaron el abrigo en Le Carré,
ese sitio por donde sale la gente de Liège: mitad fiesta mitad junglasalvajesálvatecomopuedasporqueestanochemueres.
Ese sitio lleno de fauna peligrosa y gente de esa que solo ves en las películas
o que directamente crees que no pueden formar parte del mismo mundo que tú. Que
si ves a un señor sangrar por la cabeza huyendo de sus matones, tú sigues
tranquilo hacia el Point de Vue (eso sí, pasando antes por un paqui a comprar
una Carapils). No, en serio, en realidad Le Carré mola, pero ni se te ocurra
pasar el viernes por allí.
Y entre fiesta y fiesta; entre estudio y estudio (juas), le
vas cogiendo cariño a la ciudad. Que es gris, que sí, que ya lo sabemos; que no
es una ciudad turística, que también lo sabemos; que la gente es rara, que sí,
que ya, que vale. Pero en Liège se respira un “no sé qué” del que no te puedes
desprender, algo que huele así como a cerveza + independencia + qué alternativo
es todo.
Porque esta, sin quererlo, se convierte en tu ciudad. Y da
igual si es fea, negra, gris, peligrosa, pequeña, grande o si es una ciudad
fantasma; es tuya y ya está.
Así; con Ryanair, cervezas, bufandas, mantas, música y
compañía ejemplar van pasando los días, envueltos y bañados todos en ese “no sé
qué” que no puedo parar de sentir. Todo para convertir mi casa, mi ciudad y mi
gente en mi experiencia Erasmus. Todo, absolutamente todo, para convertir "esto" en mi año.
Qué guay! se te ha olvidado que huele a fristes, porque a mí me huele más a frites que a "qué alternativo es todo" ;)
ResponderEliminar